No es aventurado decir que Raúl Paz es uno de los talentos más revolucionarios de la música cubana en las últimas décadas. Creció escuchando el punto guajiro y el repentismo, los géneros tradicionales de su país, quedó cautivado por Led Zeppelin y Bob Marley cuando era un adolescente y dejó que el legado musical cubano se empapara en sus manos por el hip hop, el dub o el rock. De ahí a trabajar con Tito Puente, Orishas, Oscar D’ León, Marc Anthony, Rosario Flores, Antonio Carmona, Manu Chao, Ketama o Rubén Blades, y ser nombrado embajador de la Unesco, solo mediaba un paso. O más bien una frondosa carrera, también moteada – cómo no – por trece álbumes desde 1999 y actuaciones en la sala Olympia y el Gran Rex de París, la Plaza Mayor de Madrid o el teatro Karl Marx de La Habana, entre muchísimos otros solemnes recintos. Llega a Villanos del Jazz justo cuando se cumplen veinte años de su aclamado Mulata (2003) y en formato de cuarteto, acompañado por el pianista Pepe Rivero (Celia Cruz, Paquito D’Rivera, Omara Portuondo), el percusionista Georvis Pico (Javier Colina, Perico Sambeat, Iván “Melón” González) y el contrabajista Reinier Elizalde (Chucho Valdés, Michel Legrand).